Thursday, November 01, 2007

Le berceau de cristal



Resulta difícil hablar en público, y supongo que ya imposible, despertar interés por una película que tiene en imdb la friolera de 7 votos. Y ni una sola foto vía imágenes google.


Así que no diré mucho acerca de unas películas que como Le cicatrice intérieure, son capaces de echar – en dos de las sesiones más míticas proyectadas por el Instituto Francés y el IVAM respectivamente – a la mitad de la sala. Los típicos progres que piensan que van a ver algo parecido a Von Trier o Winterbottom y salen espantados, los abueletes que pasan la tarde por un euro… Aunque hay casos excepcionales, como un abuelo legendario que se ha tragado puntualmente tres días seguidos todas las obras más hardcore de Garrel, o un señor que ante un plano fijo de 20 min. se saca el bocadillo y a merendar tranquilamente.


Hay gente extraña que incluso acude con pasión.


Mi caso. Al principio te gusta el cine, como a todos, es decir, lees el fotogramas y te entusiasmas con los próximos estrenos de qualité. Como el cualquier campo, los curiosos progresan. Llega un momento que te entusiasmas por el cine: entonces se abre ante ti el mundo de los grandes autores, clásicos o modernos. Descubres con infinita alegría que podrás estar viendo películas extraordinarias toda tu vida. Nadas en la abundancia. Entonces, con el tiempo, el cine acaba plantando su semilla. Vive en ti, respiras cine. Y das el paso.


Te conviertes en un cazador de películas, pero no en el sentido del coleccionista; a éste no le gusta tanto el cine como el fetiche. Entonces, eres más parecido a un entomólogo en busca de una mariposa exótica; no buscas poseer el soporte material de la película, simplemente verla, experimentarla.


Ahí tenemos esa pequeña comunidad de filántropos y entusiastas que habita cine-clásico y comparte ripeos con nosotros, ávidos cazadores. Uno llegaría a tal grado de enfermedad, que no sabe ya que sería de su vida- incluso tendría poco sentido – sin estas redes de intercambio.


¿Quién me iba a decir que llegaría jamás a ver esta película?


Pues mil gracias, millones, al Festival de San Sebastián por recuperárnoslas, seguramente en lo único bueno que han hecho como festival, pero ese es otro tema.


Otra presa cazada, y de lo más exótico. Junto a la ya citada La cicatrice intérieure, forma el díptico más misterioso – en el sentido hondo de la palabra- de la historia del cine. Cuentos góticos, simbolistas, altamente experimentales, rodados bajo el poderoso influjo de la heroína. Dice Eulalia Iglesias: “Fruto del amor y la droga surgen siete películas, entre ellas La cicatrice intérieure (1970-71) o Le berceau de cristal (1975). Nico se convierte en musa y efigie, pero también en referencia artística. La radicalización de esta etapa de la filmografía de Garrel va pareja al progresivo oscurecimiento de la carrera musical de la antigua acólita de The Velvet Underground. Garrel experimenta con un ritmo propio de un cine yonqui, en el que la representación del tiempo funciona en otro plano sensorial”.


Ciertamente, es necesario subrayar que se trata de una película tan Nico como de Garrel, no se puede pensar sin ella bajo ningún concepto. Pero el autor es él, de una manera casi época, como relata en la reciente entrevista a Cahiers: “Ayer proyectaban aquí, en San Sebastián, Les hautes solitudes (1974) y Le berceau de cristal. ¡Son dos películas en 35 mm que rodé yo solo! No sólo era el operador, sino que también cargaba la cámara, filmaba… lo hacía todo. Y eso es muy raro. Por eso son dos películas mudas, bueno una es completamente muda y la otra tiene una banda sonora compuesta y añadida después. Porque nadie podía ocuparse del sonido. Nadie había hecho películas así antes. Y resultaba muy práctico. Alquilar una cámara, cargarla, llevarse a un par de actores a una habitación de hotel y rodar una película. Éstas son películas de una hora y media ¡hechas por una sola persona! Incluso las películas más underground disponen de un pequeño equipo. Nosotros éramos solo los actores y yo."


Cine yonqui… hay una secuencia descomunal, Nico fumando opio y luego una serie de primeros planos fijos de su rostro experimentando la droga… pero no de forma documental (pensemos en No quarto da vanda) ni tampoco pura ficción (el mismo Garrel muchos años después para Les amants reguliers monta una secuencia parecida, pero que obedece a la narración), un momento auténtico como este, Nico alucinando, está rodado de una forma lírica, casi como mística, irreal.


Drogadictos artúricos buscando Montsalvat. En cierto modo, tienen razón los críticos cuando las descalifican como obras de su tiempo. Yo no entiendo por qué debería ser malo, toda obra está en realidad influida por su contexto histórico.


Le berceau de cristal

(Quim Casas)


En el vacío, uno no se duele de nada, dice Garrel. Esa sensación, la del vacío, es la que experimentaba el cineasta en los primeros años setenta. Las drogas, las recaídas, las adicciones, los electroshocks habían hecho mella. El cine, entonces, como ejercicio de supervivencia anímica, emocional. Garrel ha dicho que el cine es una manera de sobrevivir si crees que eres diferente, ya que la cámara siempre te protege. Le Berceau de cristal (1975), fin de la trilogía alquímica con Nico, extraño y fantasioso título (La cuna de cristal), es una evocación del vacío hecha casi en duermevela: rodada en color, en las dependencias del Museo del Cine de Henri Langlois y en el taller de su amigo pintor, Frédéric Pardo, Le Berceau de cristal está iluminada básicamente con velas como única fuente de luz, lo que le otorga una dimensión plástica próxima a La Tour, uno de sus pintores favoritos, que le permite aumentar el grano del celuloide y obtener una difícil mezcla de tonos ocres. Al proceso hipnótico de las imágenes de este filme sobre alguien que filma a quienes le rodean temeroso de que su existencia deje pronto de tener sentido, se une la incorporación de una banda sonora muy distinta a la desarrollada por Nico en las películas anteriores. El grupo alemán de rock cósmico Ash Ra Tempel, diseñadores de crescendos hipnóticos de guitarras y sintetizadores (un ambiente nada complaciente), se sumó al imaginario sonoro de Garrel después de que el cineasta les viera actuar en las escalinatas del Palais de Cannes en agosto de 1975 y decidiera pedirles varios de sus temas. Está Nico, por supuesto, vampirizada por el primer plano, pero también Anita Pallenberg y Dominique Sanda, dos nuevos rostros femeninos filmados hasta la extenuación que nos sumergen una vez más en el mundo de los sueños antes que en la realidad: no creo en la memoria exacta, prefiero trabajar sobre los sueños,prefiero el dominio onírico, ha dicho una y otra vez el cineasta.

5 comments:

1919 said...

Grande Garrel! Para mí el mayor cineasta vivo si exceptuamos a Godard. Tu blog me parece inmenso.

Sabes quien escribe en el libro para el festival de Donosti que coordina Quim Casas?

Por cierto, eres mi alma gemela#1 en filmaffinity.

saludos

Carlos said...

Muchas gracias por tus palabras, de verdad.

No sé quien escribe en el libro que comentas, porque la presentación aqui en Valencia fue - creo - el jueves de hace un par de semanas y me fue imposible asistir.

Y también te tengo de alma gemela en filmaffinity XD.

Un saludo.

Daniel Quinn said...
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Daniel Quinn said...

Qué envidia tener una retrospectiva así... Lo malo es que no puedo quejarme, porque hace unos años la tuvimos en Madrid, y el culpable fui yo por perdérmela: aún no había sucumbido a Garrel, y casi no había oído nada sobre él.
De todos modos, me siento más cercano a su etapa post L'enfant secret (sin despreciar la anterior, claro está).
Ya esperamos ansiosos su La frontière de l'aube, con el hijísimo y la dama de honor, Laura Smet (y el tándem Cholodenko/Langmann tras la pluma).

1919, creo que me suenas de cierto foro cinéfilo, jeje. Y Carlos, estás entre las almas gemelas de todo el mundo: en mi lista eres el 5º :P

Un saludo!

PD: lo de los tipos raros está en todas partes. En la Filmoteca de Madrid/Casa encendida tenemos al espectacular roncador oficial (entre una amplia y divertida fauna), que es difícilmente superable, jeje.

Carlos said...

A mi me gustan las dos etapas, y quizá por ello mi favorito de todos sus films sea "L´enfant secret" que ejerce de bisagra; así todo solucionado y no tengo que decantarme XD.