Wednesday, November 01, 2006
¡Eso es la mente, estúpidos!
Un breve apunte: estaba leyendo un artículo sobre el filósofo de la ciencia Mario Bunge en el que se habla sobre la crítica que hace éste al psicoanálisis apoyándose en los principios materiales de la neurología. No quiero hacer ahora consideraciones sobre el carácter científico del psicoanálisis (no dudo que no lo tiene) y sobre su presunta validez (no dudo que la tiene), sólo decir que no he sido jamás – o al menos no lo soy ahora- un funcionalista o cientificista y estoy muy lejos de establecer isomorfismos ciencia-verdad. La importancia del psicoanálisis no reside, en mi opinión, en su hipotética eficacia explicativa (y me da igual que Freud insistiera en esto o en su carácter terapéutico), más bien está en la lente que nos proporciona para observar y conceptuar desde nuevos ángulos la cultura humana y al hombre como producto particular de ella. Esto es, el psicoanálisis en su dimensión hermenéutica. Tras esta breve digresión, como decía, voy a centrarme en esos principios neurocientíficos: dice Bunge que la tesis ontológica de la identidad psiconeuronal es un presupuesto de la investigación neurocientífica, que viene a decir que eso que llamamos mente no es una sustancia – lo que se ha tenido por mente desde el idealismo- sino que se trata de una propiedad que emerge de la actividad de ciertos subsistemas neuronales. Esto quiere decir que la mente es una propiedad inherente a la complejidad del funcionamiento de las redes neuronales de especies superiores (por ejemplo, pensemos en la lingüística generativa de Chomsky) y que el cerebro de ningún modo produce “algo” denominado mente, sino que la mente es el cerebro en funcionamiento, y sólo eso, ni más ni menos. Bien, quería dejar esto claro, porque el título de este comentario va dirigido a los periodistas que registran y difunden ocasionalmente de un modo sensacionalista trabajos de investigación en neurología. Su error más común, supongo que para enfatizar la finalidad de la noticia o bien porque no entienden muy bien el contenido de lo que informan, consiste en confundir causa con efecto. Hemos escuchado demasiadas veces en los informativos frases del tipo “un equipo de la universidad X ha descubierto que tal zona del cerebro causa el enamoramiento, o la irritación, o el deseo de Y”. Craso error. Como comentaba, no tal parte del cerebro la que genera sensaciones siguiendo un esquema causa- efecto; las sensaciones y los esquemas mentales (capacidad de producir determinados pensamientos) y los mecanismos biológicos son todo uno, aquellos remiten a esto, y viceversa. No podemos explicar la sensación de odio porque trabaje una zona concreta del cerebro, pues esa sensación es esa zona en funcionamiento, y no otra cosa, y afirmar lo contrario supone hacer filosofía y no dar información objetiva sobre neurología, que no es otro que el cometido del periodista. Pero como éste no es precisamente un gnoseólogo, será que no comprende bien, y habrá que exclamarles que ¡eso es la mente , estúpidos!, adaptando la famosa expresión que pronunció Clinton para explicar a los republicanos su derrota electoral ("¡Es la economía, estúpidos!").
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