Friday, June 13, 2008

Vértigo o el tiempo como espiral



“La paz, la calma, la felicidad interior,no se encontrarán más que allí donde no exista el donde y el cuando.” Richard Wagner


Los clásicos me dan miedo…

¿Cómo enfrentarse al reto de escribir sobre Vértigo (De entre los muertos) (Vertigo, 1958), la obra total de Alfred Hitchcock, 50 años después de su nacimiento? Las películas nacen para el espectador, resplandecientes y maduras, y por eso estoy convencido que el momento exacto para hablar de ellas es el presente, porque la historia las entierra en la mediocridad –a riesgo de incitarnos a un menosprecio eventualmente injusto– o les confiere un aura de respetabilidad obligándonos a una aproximación prudente y sumamente respetuosa, lo que conlleva una significativa pérdida de frescura, hecho preocupante para los que pensamos en la crítica como organismo vivo. Un ensayo donde el rigor no se convierta en rigor mortis.
A priori, también pienso que hablar de una película relativamente minoritaria facilita el objetivo de lograr una crítica dinámica, puesto que existe siempre el afán divulgativo que impide caer en la obviedad y el lugar común a una hipotética reivindicación o celebración de la obra. Resumiendo: no es lo mismo afirmar, ahora, que Barrera (Bariera, 1966) de Jerzy Skolimowski es una obra capital de los Nuevos Cines que proclamar en este texto que Vértigo habita el Olimpo del Hollywood clásico.

Y aún con todo, no dudo que habrá quien, con argumentos de peso, ponga en cuestión mi temor, animándome a ver y construir discursos sobre los films como si fuese la primera vez (“hacía los films mismos” en formulación husserliana). Pero olvidan que Hitchcock ya ha existido, que ha producido una obra sobre la que se han escrito decenas de libros y miles de páginas. Olvidan que varias de sus películas se han convertido en mitos de la cultura contemporánea. Olvidan que hoy Hitchcock es probablemente el director más popular de la historia y posiblemente el más reconocido, un Michelangelo del cinematógrafo. Celebrar a Hitchcock y cantar las virtudes de su puesta en escena dando la espalda a una Historia que comenzó con la tendencia hitchcock-hawksiana de los cahieristas franceses en los años 50 y la toma de poder de la política de los autores, puede resultar al lector actual cuanto menos ridículamente naïf. No exclamaré, por tanto, “¡qué sugerente y creativo el efecto zoom in, dolly out cuando Jimmy Stewart se asoma por la escalera!”. Tampoco mencionaré la belleza gélida de las rubias hitchcockianas ni escribiré la palabra McGuffin.

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5 comments:

Olvido said...

He leído su texto con auténtico placer, me ha parecido magnífico.
Le felicito.
Un saludo, Olvido

Carlos said...

Gracias Olvido.

Un saludo.

Carles Matamoros said...

Interesante (y muy sugerente) artículo. Revisé Vertigo recientemente y no pensé directamente en la estructura de espiral. Aunque su visionado fue, de nuevo, una experiencia fuera de lo común.

Celebrando tu texto, la volveré a ver. Cualquier excusa es buena y seguro que tu interpretación me aumentará aún más el interés por redescubrir esta obra inagotable.

Saludos

Carlos said...

Hola Carles,
como decía, tampoco es una lectura original mia, la suerte fue descubrir esta mirada metafísica sobre Vértigo en las películas de Marker o en la crítica de Rohmer. A mi me enriqueció su visión, que en cualquier caso, lo vale todo por sí misma.

Un saludo.

LadyM said...

Felicidades por tu texto! Muy muy interesante.

Vértigo es sin duda una de mis pelis favoritas, y de las q más me cuesta decir algo, no sé xq...