Thursday, September 28, 2006

"Les glaneurs et la glaneuse" (Agnès Varda)


Partiendo del concepto de recolección, examinándolo in situ como actividad vigente así como viajando a sus orígenes a través del Arte, Fotografía y del Recuerdo, Vardà empieza un camino que termina por extender nuestro imaginario sobre el tema hasta englobar actividades propias de la indigencia y marginalidad, trazando lazos que unen dos mundos aparentemente dispares como el rural y urbano. La idea es abstraerse del entorno y centrarse en el acto de recoger y reutilizar lo que la sociedad abandona, que es muchísimo, tanto como gente que no puede (o no quiere) acceder al circuito comercial. Así el documental va trazando una lúcida radiografía del hiperconsumista mundo occidental contemporáneo, donde el consumo y los cánones comerciales establecidos dan de espaldas a la simple necesidad.
Gotean dudas de la nube de testimonios que la directora despliega: ¿Cual es el límite entre lo desechado y lo aprovechable? ¿ Por qué ese límite, debido a qué exigencias? Desde luego, lo que a menudo es abandonado está en condiciones optimas para ser aprovechado, con lo cual los criterios de validez se van haciendo más ambiguos y nuestro modo de vida enrarece. Mientras tanto personas marginadas por excéntricos, extraños, borrachos o simplemente pobres se presentan como seres humanos entrañables, coherentes, solidarios y en algún caso sorprendentes y fascinantes. Efectivamente hay una humanidad detrás de esos rostros anónimos, grises e ignorados. Detrás de cada vivencia personal se impone como lógico e inevitable algo que en nuestro acontecer diario nos ha venido repugnando como es toparnos con un vagabundo escarbando en la basura: venga causado por la desgracia personal, social o por llevar al extremo una postura político-social.
Y la idea de la recolección da para mucho más en el film: desde los contactos con un Arte que nace de la reutilización hasta la autoconciencia de la Vardà jugando su rol como espigadora de momentos capturados a través de la imagen- queriendo detener el tiempo de cuyas huellas da fe al grabarse sus viejas manos (¡cuanto ha llovido desde que filmó la extraordinaria “Cleo de 5 a 7”!) o intentando atrapar el efímero paso de un camión. Porque finalmente todos nos convertimos en cosechadores de experiencias y recuerdos pasados, reutilizados por la memoria evitando su olvido.

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