Thursday, September 28, 2006
Siempre quise ser un Tenenbaum
I always wanted to be a Tenenbaum, título de una de las canciones de la BSO de “The Royal Tenenbaums”. Yo también quiero serlo. Lo soy en cierta medida, luego me explicaré. ¿Qué son los Tenenbaums? En primer lugar personajes de una magnífica, colorida, nostálgica y entrañable peli de Wes Anderson que revisa la vida y circunstancias de una familia singular: todos son una suerte de genios fracasados y frustrados, y sin embargo devienen en seres de lo más cool y atractivo.
Apuntaban a lo más alto. Tenían un potencial máximo, pero su destino les niega el éxito en última instancia. Que estuviera implícito en su carácter y cualidades o se deba al contexto poco importa, el hecho es que han decepcionado las expectativas que se habían creado a su alrededor. Y su propio orgullo puede estar herido, dando paso a la inevitable melancolía: el loser siempre tiende a la depresión, es un ser decadente que fascina por la entereza y singularidad que le confieren las huellas de un talento que alguna vez estuvo ahí, que debe permanecer latente, a la espera de una nueva oportunidad. “The Royal Tenenbaums” habla de cómo ésas oportunidades redimen nuestra vida. Tenenbaum porque también soy un perdedor con talento. Se esperaba mucho de mí, creé esperanzas que no se pueden cumplir. Comparto con ellos desilusión y vidas truncadas. Parecía que podría conseguir muchas cosas, comerme el mundo. Apenas he podido escapar de la mediocridad, y me temo que no en todos sus aspectos. En ese aspecto me diferencio: me falta el encanto del outsider, que pese a su desengaño mantiene, aún más si cabe, su dimensión excepcional. Dar la vuelta a la tortilla es otra forma de genialidad. Tomaré nota: se debe ser un perdedor y al mismo tiempo cool para escapar de la mugre existencial. I always wanted to be a Tenenbaum.
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