Thursday, September 28, 2006

Wanda (Barbara Loden)


Publicaré algunas críticas escritas ya con anterioridad, con el fin de dar algo de contenido a la página. Esta sobre el film "Wanda" es una de ellas, y lo serán las que sigan durante estos primeros días.

Hay películas que rompen y a la vez confirman cierta mirada típica y tópica a un período concreto. En este caso, es “Wanda” de Barbara Loden la que ejerce esta función respecto al cine underground de los años 70.

Elia Kazan declaró que esta era la mejor película que había rodado alguien de su familia, incluyéndose él mismo. Estoy de acuerdo, pues Barbara Loden, que fue su mujer, logra con “Wanda” (que escribe, dirige, produce por 4 duros, y protagoniza) sorprender por ser rabiosamente moderna, similar a alguna de las obras más vanguardistas de la actualidad, repleta de silencios y personajes que vagan a ninguna parte, como podría ser “Ossos” de Pedro Costa o muchos otros ejemplos.

“Wanda” de Barbara Loden es como un Cassavettes pero frío y despojado, aunque como el americano – y pienso explícitamente en la posterior “A woman under the influence”- intensamente implicada e identificada en el retrato de cierta neurosis característica de unas capas sociales trabajadoras en ambientes deprimidos. En este sentido, y también por el montaje (pseudo)episódico recuerda a “Vivre sa vie”. Creo que Barbara se dejó hasta la última gota de sangre rodándola hasta que ella y el film se funden en esta Obra Total. No me extraña que sea su único film, probablemente lo habría dicho todo.
La película está construida alrededor de tiempos muertos separados por bruscas elipsis que imprimen un ritmo disonante beneficiado por el tono contenido y la mirada ascética de Loden, al no provocar estridencias que caigan en la hipocresía sensacionalista de convertir “Wanda” en una reunión deshilvanada de momentos dramáticos e intencionadamente intensos. Por el contrario se logra un susurro monótono, profundo, desesperado y amargo que habla de alienación y renuncia. Un relato sobre una mujer resignada a deambular sin rumbo por escenarios decadentes como espejo y raíz de un estado interior todavía más desconsolador. Desligada por su propia voluntad de la prisión en la que se convierte su vulgar vida familiar y laboral, se da la paradoja que al escapar no enarbola la bandera de la Libertad, sino se topa de nuevo con la dominación y el maltrato en el intento fracasado por buscar una salida a su existencia asfixiante a través del sexo, lo que la conducirá de manera irremediable a una relación autodestructiva con un delincuente. No sabremos si será por la ingenuidad de refugiarse en la expectativa del amor o por simple desidia. O una alternancia de ambas motivaciones. Pues la vida es como es, ambigua y con la Muerte como única – en los dos sentidos del término- conclusión definitiva. Incluso a veces, como advertía Cioran, puede ser un consuelo.

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